Me inquieta

Miguel Angel Gayo Sánchez · Sevilla 

Mis clientes llegan en coche oficial arrastrando un séquito de secretarias y escoltas. Llegan perfumados, relimpios y con la pose del triunfador. Mis clientes gustan de ser peloteados por las gentes subalternas. En ocasiones, disfrutan mostrándose cercanos y accesibles. Pero mis clientes, políticos imputados en casos de corrupción, son unos auténticos sinvergüenzas. Pasan por ventanilla, pagan al bufete, y la esponja legal limpia el conjunto de sus canalladas. Por eso me inquieta la carrera meteórica de mi esposa. Empezó siendo elegida presidenta del AMPA en el colegio de los niños. Luego alguien le calzó un puesto en la agrupación local del Partido. De ahí, al Ayuntamiento. Su primera concejalía, la de Urbanismo. ¡Qué casualidad! Ahora su nombre suena para alcaldesa. ¿Me veré en la tesitura de tener que defenderla en juicio? Aún recuerdo sus palabras cuando estudiábamos en la Facultad: “Churri, tú serás la lima que sierre mis barrotes”.

 

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