Litigio imposible

David Castejón Ferrer · Barcelona 

Todos quedaron desconcertados ante su inesperada nominación como candidato a la presidencia del gobierno; todos, por supuesto, menos él. Como si ya se supiera encumbrado por el destino, el joven político se acomodó rápidamente en la burbuja de su éxito sobrevenido, y no dio tampoco muestra alguna de sorpresa cuando su ascenso meteórico en las encuestas profetizó su victoria; mucho menos aún cuando, ya a la cabeza del gobierno, empezó a firmar sus primeros decretos. Lo que nunca llegaría a prever, no obstante, es que en la cúspide de su carrera un fanático con una mochila cargada de dinamita fuera a segar de raíz su progreso imparable. Sin embargo, como todo líder que se preciara, había resuelto de antemano cualquier posible contingencia: su abogado, en una carta póstuma, pronto recibió instrucciones para demandar al Diablo por incumplimiento de contrato, y, de paso, reclamar la restitución de su alma. Casi nada.

 

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