La pisicina municipal

Ramón Vigil Fernández 

Soy un juez de gran prestigio. He participado en la redacción de todos los decretos dictados en los últimos años y en una encuesta de popularidad ganaría hasta a los mismísimos Beatles. Ayer inauguré la piscina municipal. Mi única instrucción al concejal fue que debía estar presente toda la prensa local para retratarme. Al llegar a la piscina, guardé mi ropa dentro de la mochila y me introduje en el agua. Todos los flashes se dispararon ante el júbilo de la gente y de repente comenzaron a emerger a mi alrededor aquellas burbujas. No pude evitarlo. Se hizo el silencio y deseé que los Beatles me sacaran de allí con su submarino amarillo. Las portadas de hoy han sido aún peor. Mi prestigio ha caído con la misma facilidad con la que emergieron las pompas en el agua y ahora me conocen como “El Juez de la Cámara de Gas”

 

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