Cool Hand Luke

Gabriel Biurrun · Barañain (Navarra) 

Damián era un respetable hombre de letras. Dueño de su propio bufete, siempre actuó de forma cabal, demostrando, en conjunto, buen juicio y saber hacer. Sus amigos, sin embargo, sabíamos que tenía en la cabeza un pequeño interruptor con forma de Óscar, una palanca escondida que sonaba con un ruido como de claqueta. Algo capaz de hacer que se quedara mirando al cielo y dijera: “Me encanta el olor del Napalm por la mañana”, o “Yo tenía una granja en África”. El día que lo encerraron, todos pudimos imaginar la mirada indomable en sus pardos ojos de Paul Newman mediterráneo. Defendía a su propio hijo por pisarle la cabeza a un hombre con bigote, cuando, sobre un andamio, una joven comenzó a limpiar con su esponja la ventanilla abatible de la cristalera de la sala número tres. Damián sonrió, miró al juez y gritó: “Puedo comer cincuenta huevos”.

 

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