Imagen de perfilPobreza

Miguel Ángel Moreno Cañizares 

Detiene el vehículo a la entrada del asentamiento y durante unos segundos duda si seguir adelante. Por fin se decide y sale del coche. Es su trabajo. Se dirige al lugar con paso lento y un estado nervioso que intenta disimular. Sus zapatos se hunden en el barro. Según avanza, comprueba que el suministro eléctrico es inexistente —en el interior de algunas chabolas titilan las velas, el recurso para ver algo—y unos niños desnutridos juegan a dar patadas a un balón desinflado, a pesar de la hora tardía. Por desgracia, sucumbirán a la etapa de crecimiento. La pobreza está ahí, no necesita más luz. Hay hambre, hambre física y hambre de justicia. Y él se pregunta cuál es la manera de proteger a esta gente abandonada a su desgracia. Mientras emprende el camino de vuelta, recuerda las palabras de su mentor: “Muchacho, para eso sirve ser abogado”.

 

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