Imprescindibles
Gabriel Pérez MartínezÉrase una vez un país en constante crecimiento donde imperaba el sentido común y la convivencia: los dragones apagaban fuegos; los ogros cuidaban niños; las brujas eran hadas; los demonios, ángeles de la guarda, y los lobos, los mejores amigos de las abuelas.
Pasó el tiempo y dejamos de proteger el medioambiente: llenamos de plástico los océanos y encerramos a las sirenas en piscifactorías; quemamos los bosques y duendes y elfos intentaron vivir en los jardines de nuestras casas, de donde los echábamos. Los recursos escasearon y cesó el suministro de alimentos. Conocimos el hambre, hasta entonces prohibido por ley. Se culpabilizó de todo a estos personajes, que fueron condenados al destierro o a muerte. Muchos podrían haber demostrado su inocencia, pero ya sabemos que en los cuentos no hay abogados.
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Ni las cosas ni las gentes son buenas ni malas en sí mismas, todo depende del uso que se haga de ellas y de la voluntad de cada uno. Cuando nada se respeta todo se trastoca y el cuento que comenzó bien termina fatal, al contrario de lo que sucede con las historias clásicas, que empiezan mal, terminan bien y siempre están llenas de enseñanzas.
Suelen pagar los platos rotos quienes menos lo merecen. Para auxiliar a la gente de acuerdo con eso que llamamos igualdad se hizo la ley, no siempre cumplida ni bien interpretada. Para ayudar a restituir las injusticias están los abogados. Un mundo sin ellos, como bien señalas, convierte cualquier cuento agradable en la peor pesadilla.
Un relato original y entrañable.
Un abrazo, Gabriel. Suerte
Etiquetamos como héroes a ladrones, estafadores, o corruptos disfrazados de ovejas y los personajes de a pie se quedan sin disfraz ni defensa posible. En los cuentos no hay matices y todo es blanco o negro y solo podemos hablar de buenos o malos. Por supuesto, la culpa, como en la vida real, la tienen los «feos» porque esos no tienen defensa posible; ensucian el «colorín colorado…y comieron perdices»
Muy ingenioso y muy bien escrito. Original y divertido. Enhorabuena, mi voto, y un saludo
Gabriel, aunque este mes no esté por aquí, no puedo de dejar de desearte suerte y mi voto.
Un saludo.
¡Qué bueno!
Muy buen relato de principio a fin. Me ha encantado.
Enhorabuena, Gabriel.