Imagen de perfilEl cliente

Susana Revuelta Sagastizábal 

Centelleaba con tanto rencor su mirada que si hubiese sido viento podría haber derribado un roble milenario o levantado una tempestad. Un desagradecido, eso es lo que era. Mil veces me había repetido que a la cárcel no quería volver, que antes se mataría, que las rayas del uniforme de preso le disturbaban, que los grilletes le apretaban mucho, que en las celdas de dos por dos apenas cabía… Y que comprase al jurado, al juez, o lo que hiciese falta, pero que evitase un nuevo pleito, las deliberaciones, los juicios mediáticos y los recursos interminables.
Y eso hice. Pero claro, intentando conciliar sus intereses con los de la comunidad. Porque a un monstruo así desde luego que en la calle no iba a dejarlo, menudo peligro. «Además la camisa de fuerza te sienta fenomenal», le dije mientras cerraba tras de mí la puerta de la habitación acolchada.

 

+6

 

Queremos saber tu opinión

7 comentarios