Imagen de perfilUNA CITA SENCILLA

EVA CORNUDELLA SAENZ DE VALLUERCA 

Grandote, cuadrado, con un aspecto acorde con la fuerza de su discurso, mi contrario entra en la sala de vistas.
Le temo, hace unos años me las vi con él en un día similar; un 29 de febrero de un año bisiesto. Parece cosa del destino. Entonces, como ahora, el delito también era económico.
Defendió en su día con ahínco un asunto de administración desleal, y hoy se erige en la defensa de un cliente supuestamente ajeno a la causa.
Mi cliente lleva en su rostro el sello de la culpa, mientras que el suyo, escurrido, pequeñísimo al lado de la envergadura de su letrado, es tan solo un fiador; un pobre incauto que acabó metido en las operaciones inmobiliarias por mera confianza.
Lo sabe él, lo sé yo. Se pone la toga, inmensa, majestuosa, protectora. Y respira tranquilo. Un día único cada cuatro años. Una cita sencilla para él.

 

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