Imagen de perfilEL ALIJO

Benjamín Espina Lastra · Oviedo 

Hace mucho tiempo que renuncié a mis propios sueños; todos los que tengo ahora son de decomiso. Los voy requisando en el juzgado, uno de cada testimonio. Los hay paradójicos, como el de esa mujer que soñaba con libertad y acabó en presidio con una condena por envenenamiento; ingenuos, como el del hombre que tenía un plan para un futuro soleado en algún país caribeño y ahora está a la sombra por excavar un butrón; los hay absurdos, fantásticos y muchos ridículos. Los voy atrapando en la sala de lo penal, cuando se van elevando hacia el techo, a punto de desvanecerse. Y cuando llego al despacho con mi alijo, los clasifico y los archivo para luego dejarlos escapar, de uno en uno, en las horas muertas. Algunos aún flotan durante un rato, pero todos acaban desapareciendo.

 

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