Una tragedia

Manuel Rodríguez Prendes · Vigo (Pontevedra) 

El fiscal había conseguido reunir pruebas suficientes para condenar a aquella mujer obsesionada con el perito que acudió a su tienda tras denunciar el robo. Era alto, elegante y con una sonrisa cautivadora que la engatusó desde el primer momento. Le invitó a su casa para obsequiarle con su plato favorito: el delicioso potaje de verdura que su madre le había enseñado a hacer de pequeña y con el que había enamorado a su difunto marido. Sin embargo esta vez no surtió el efecto esperado. Tras probarlo lo escupió al plato y se quejó sin tapujos de su mal sabor. Ante tal ofensa, ella agarró un cuchillo jamonero y se vengó de él poseída por una ira incontenible. Luego, como si nada hubiese sucedido, le dio un beso en la frente. De fondo sonaba en la radio una canción de letra triste mientras la oscuridad se adueñaba del lugar.

 

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