Una toga impecable

Miren Matxalen Somoza Vegas · Galdácano (Vizcaya) 

A la fiscal le duelen los recuerdos. Es una extraña belleza de rasgos imperfectos que tuvo un solo amor, un perito con aire de bohemio conspicuo que pululaba por el juzgado. Añora el hijo que no existió. Lleva diez años retirada de la actividad, y se ha convertido en una viejecita bullidora y charlatana que aborrece el silencio y la inmovilidad. Sabe que en el mundo el dinero sigue diseñando el escenario a su libre albedrio, pero ella sigue recostándose entre las páginas de un libro, colgada de cada letra, esclava del saber para ser libre. Al atardecer sueña con un beso y escribe poesías, reposa la mirada en la frugalidad de un plato de verdura que compone su cena, y recuerda a Gabriela Mistral: “… escribo poemas porque no tengo un niño para acunar en los brazos por las noches”. Es frontera donde acaba su nostalgia.

 

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