Un mal juicio
Alejandro Juncosa Delgado · Madrid¿Fue por su interminable retahíla de verdades a medias y medias verdades?¿O por su insufrible sarcasmo? Soy un emérito magistrado del Tribunal Supremo, ciudadano respetable y padre de cinco hijos. ¿Cómo he podido cometer semejante locura? Toda la prevención del mundo hubiera sido en balde. Mi vida entera ha estado dedicada a salvaguardar a la Constitución y los valores patrios. Pero desde que coincidimos en el primer juicio hace veinte largos años no le he podido ver ni en pintura. ¿Se borrarán las huellas de mi crimen como las pisadas en la nieve? No lo creo. Ciertamente tengo una extraña sensación en el cuerpo. Acabo de asesinar sin piedad alguna a un abogado mediocre.