Tardes de supermercado

Verónica Pérez Granado 

Cuando era pequeña las tardes del viernes mamá me llevaba al supermercado. Empujábamos durante horas el carrito lleno de caprichos y libre de cualquier tipo de verdura, pero nunca llegábamos a la caja. Salíamos de la mano, doblábamos la esquina, me daba un beso y echaba a correr: “¿A que no me pillas?” Supongo que fueron mis primeras fechorías. A los 11 ya era una magnífica carterista y más tarde me convertí en perita timadora. Pero hace ocho años me pillaron y me encerraron. Ahora tengo 32 y voy a salir. Creo que no volveré adentro, al menos no como presa. Aquí he aprendido mucho. Retomé los estudios, descubrí que no era la “burra cargada de letras” que creían mis profesores, pasé la selectividad y estudié derecho. Sí, ahora soy abogada. Compartiré la Ley y el Orden con policías y fiscales. Me pregunto si mamá estaría orgullosa.

 

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