Reencuentro

Alfredo García Gregorio · Algorta (Vizcaya) 

Salió la Constitución a airearse en el puente de sí misma, pero nevó, patinó y en la carretera de Pancorbo quedó cruzada. Un intrépido lehendakari (también amigo de rodeos) cogió la carretera (sin prevención alguna, ni siquiera cadenas), se topó con ella y entre la nieve quedó atascado. “¡Otra vez tú, roja y gualda, en mi camino!”. “Es nuestro destino”, le dijo coqueta ella. “Te veo pálida y desgastada; necesitarías una capa de pintura”. “Más bien, un buen achuchón, cariño, que tengo frío”. Y se arrimaron y se calentaron. “Sabes, estás bastante buena”. “Y tú, bien dotado”. Y bebieron y brindaron, y él le pintó de blanco y verde un lado, y ella a él una franja de amarillo, y cuando, alegres, entraron en el Congreso, cogidos de la mano, los expulsaron. Entonces, fueron al tribunal de ella a ver si algún magistrado los bendecía así confederados.

 

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