Recelo

Francisco Javier Cuenca Bayón · León 

Llegó sin dormir. Tras larga noche en vela, de flexo y café, terminó aquel maldito recurso de apelación para presentarlo en plazo. El cartel del juzgado rezaba, eufemísticamente, Palacio de Justicia. Al lado, un exquisito restaurante con rótulo no menos pomposo: Palacio del Gourmet. Pensó premiarse por la noche toledana; darse un homenaje allí, un lugar de sibaritas y estirados, animado porque la cacareada crisis y el miedo resultante no permitirían aglomeraciones en aquel local pijo, de tarifas nada asequibles. Él -poco sociable, huraño y solitario como un vaquero- no soportaba muchedumbres. Pero se sorprendió de forma ingrata. ¿Crisis? Había familias enteras y tantas que más parecía aquello algún rodaje con todos sus extras; vio a pequeños corretear, berreando junto a sus padres. Y recordó la máxima: “los enemigos del gastrónomo son tres: el olor a col, el aroma del tabaco y el llanto de los niños” Marchó sin almorzar.

 

0 Votos

 

Queremos saber tu opinión