El abogado

Mercedes Morán Ruiz · Madrid 

Odio pasar las noches fuera, aunque esta vez el hotel estaba enfrente del juzgado. Encargué que me subieran el “desayuno gourmet”, no comparto con ese establecimiento el significado del término gourmet. Me puse mi traje y corbata nuevos, mis zapatos italianos, impolutos. Cogí mi portadocumentos con mis notas y esquemas de la apelación, en los que había estado trabajando. Saqué de la cartera una foto de los niños, vieja y arrugada, los besé tras una última mirada al espejo. ¿Qué quiere? A mis años me sigo poniendo nervioso. Salí sin despedirme. En la puerta del Juzgado el vigilante me impidió el paso, no comprendía lo que me decía, pero sabía mi nombre. Llegaron dos hombres vestidos de blanco, que me agarraron por los brazos, mientras uno le decía al otro, -“A veces le dan estas crisis, perdió un juicio y perdió el juicio”, oí risas y perdí el conocimiento.

 

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