Consejos jurídicos

Álvaro Giménez García 

Pronto, el fiscal de menores comprobó las ventajas de la nueva ubicación del Palacio de Justicia. Situado en la Plaza de Santa Lucía, convivía con un mercadillo los viernes. Allí, mientras tarareaba letras de antiguas canciones, compraba verdura fresca, evitando la del supermercado de su barrio, cuyo sabor le recordaba a un frío beso de despedida. Lo hacía al tiempo que ofrecía consejos jurídicos a Blas, el frustrado perito agrónomo que levantaba su puesto en el lateral del Palacio. “¿Qué opina de la ley del talión, señor fiscal?”, le preguntó Blas uno de los viernes. “Hombre,entre tú y yo, en casos como el latrocinio sería una solución perfecta, aunque,…”. No pudo acabar su reflexión, y menos, retirar del alcance del cuchillo de Blas su mano, inerte ya sobre las berenjenas que, a diferencia de otros días, hoy no había podido robar al ahora inflexible tendero.

 

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