Ilustración: Juan Hervás


Bajo el volcán

Eloy Serrano Barroso · Madrid 

Un pie descalzo acaricia la pierna del perito calígrafo por debajo de la mesa. No le sorprende: las señales de la infidelidad en la letra de la mujer no admitían dudas. Es por eso que les invitó a cenar, a ella y al gordo fiscal que tiene por marido. Ahora, tras comerse las verduras afrodisíacas, la mujer deja el rastro de su lengua en un helado de chocolate y se relame con delectación, como si remedara el placer paralelo que el pie ascendente fragua bajo la mesa. Al perito le excitan tanto su osadía delante del marido como los esfuerzos del pie por bajarle la cremallera del pantalón. De pronto ella se marcha al lavabo, pero el perito tarda unos segundos en advertir que el pie sigue acariciando su sexo erecto y desnudo, mientras el fiscal le mira a los ojos, frunce los labios y le lanza un beso.

 

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