Aquello frío

Antonio Carballo Calderón · La Habana (Cuba) 

El magistrado me exigió no invocar la Constitución sin motivo. Furioso, mirándome por debajo de las cejas, declaró que toda prevención había sido vana, que este servidor era incorregible. «Lo que estamos discutiendo aquí y ahora, caballero, es su irreverente pintura» dijo señalando la obra, colocada de espaldas en un rincón de la sala. «Esta vez me ha pintado usted a mí, desnudo en medio de la nieve. ¿Qué pretende demostrar con tales ofensas?» Sin dejarme provocar, puse a un lado la ley de leyes y le expliqué que todos teníamos no sólo iguales derechos, sino también iguales reacciones, que el calor dilata y el frío encoge… Él negó con la cabeza, mostrando su incomprensión. Entonces señalé a mi defendido y expliqué mi teoría termodinámica: «Este hombre es inocente y nunca pudo, aunque quisiese, violar a la mujer. Observe la pintura y comprobará que usted tampoco habría podido».

 

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