Imagen de perfilCOMO EL REY SALOMÓN

Leticia Morillo Canales 

Me sentí como el rey Salomón cuando mis vecinos vinieron a casa en busca de asesoramiento jurídico. El rechazo a la custodia compartida requería estudiar otras opciones para alcanzar un consenso. Así, en mi afán por mediar en aquella confrontación escuché con atención sus alegatos. Él decía que se había trasladado a una casa en el campo donde la criatura podría correr, jugar y saltar. Ella, que siempre había sido la encargada de su cartilla de vacunación, sus dolencias y alimentación.
Formulé mi alternativa en forma de pregunta:
—¿Qué hacemos? ¿Lo partimos por la mitad?
Ambos callaron. Observé al ser peludo de cuatro patas, escudriñando en su mirada una resolución. En ese momento mi hijo, que jugaba cerca en el salón convertido en bufete, gritó:
—¡No, papá, no! ¡No le hagas daño!
El animal corrió hasta él y se fundieron en un abrazo. Sonreí. Mi veredicto estaba claro.

 

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