Imagen de perfilDERECHO DE ASILO

Eva María Cardona Guasch 

No es una residencia; es un asilo para viejos. No estoy mayor, ni demente; estoy decrépito y loco. Aquí dentro cada día es lunes. O martes, da igual. El calendario es un fenómeno de nulo interés, como nuestras vidas de internos. Apenas me visitan dos parientes y para sacar lustre a sus conciencias. Ni rastro de los colegas que tanto me respetaban ni de los clientes que me necesitaban. He convertido mi celda (la llaman habitación) en mi bufete. Mis compañeros vienen a contarme sus agravios. Luego abogo por ellos ante el director, erigido en juez. Y como yo llamo a las cosas por su nombre, suele estimar mis demandas. Salvo que algún cuidador se crea fiscal con derecho y obligación de intervenir y desbarate mi estrategia. Me resta una existencia leve y breve, pero al menos la viviré como siempre, con el delirio de creerme importante.

 

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