Sueños rotos

Saioa Uriarte · Sondika (Vizcaya) 

Después de 30 años de carrera judicial, don Manuel observaba cómo el acusado entraba en sala, su mirada, sus manos y el posar de sus piernas. Todo ello, era indicio muchas veces de un veredicto que llevaría a declarar inocente al inculpado. En este caso, el acusado era un hombre con un solo recurso, su psiquiatra, el cual argumentaba tener un cliente de cerebro nublado por los celos, por la soledad de un amor desencontrado por la fugacidad de la vida, por la falta de tesón, por una infidelidad rastrera que acabaría con sus sueños de tener una familia compacta, dura de coraza y tierna en su interior como una calabaza, como un hierro forjado al calor. La cabeza de su mujer todavía pende del puente donde le declaró su amor.

 

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