Halloween

Verónica García Torres · Valencia 

Habíamos decidido pasar el fin de semana en el pueblo de los padres de Javier. Su padre me había dejado su despacho para que pudiera acabar el recurso que tenía pendiente para el lunes y que, tonta de mí, no había dejado terminado. Era el puente de Todos los Santos y trataba por todos los medios de hacer que mi cliente pareciera lo más inocente posible, y digo pareciera porque de sobra sabía que no lo era. Esa mañana, sentada ante el ordenador, la página en blanco se reía de mí jactándose de mis nulas posibilidades de hacer un escrito decente. Miré por la ventana buscando la inspiración en el cielo nublado y me sobresalté con la calabaza sonriente que me miraba desde fuera, restos de la noche de Halloween anterior. “Lo tengo”, pensé. Y ahora el asesino de aquella chica anda suelto por la ciudad.

 

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