Et in secula seculorum

MANUEL NICOL¡µS ANDREU · GUADALUPE (MURCIA) 

Cuando me llamaron a declarar mi mujer me dio la buena nueva del futuro nacimiento de nuestro hijo. Salí del pueblo muy temprano, tuve que caminar dos jornadas, atravesar un infinito campo de calabazas y vadear el río para llegar al tribunal que entendía de mi causa. He soportado todo este tiempo de recursos y apelaciones que mis diversos abogados han ido interponiendo, diciéndome cada día, que pronto volvería a ver a mi mujer y a mi hijo. Hoy por fin el juez ha dictado sentencia. Me han declarado inocente en un día nublado y frío. De vuelta a casa he cogido un autobús que ha atravesado el río por un puente construido sobre el campo de calabazas y hemos invertido sólo media hora en llegar al pueblo. A lo lejos se acerca uno niño que no conozco, con los brazos extendidos abarcando el mundo, que grita: ¡Abuelo! ¡Abuelo!

 

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