Señoría III

Eduardo Morena Valdenebro · Madrid 

Apenas le hizo falta echar un vistazo para relacionar los dos casos que tenía delante. Junto a la demanda interpuesta contra él por la Asociación Nacional de Alfareros, un abultado sumario mostraba, medio oculta por una mancha de mermelada, cierta dirección particularmente familiar para el juez. Tras declararse incompetente sobre el primero, se recreó en la inolvidable fragancia que desprendía el segundo expediente excitándose ante la prometedora identidad de la abogada de oficio. Pero cuando la curtida letrada apareció acompañada de su elegante defendida, la losa del estrés le aplastó de lleno. Allí estaba ella, acusada de suplantación de personalidad, profanación de tumbas, coacción y amenazas a la justicia. Ante las evidencias, golpeó firmemente el estrado con el mazo estableciendo una fuerte fianza. Y mientras la mujer del abrigo de marmota abandonaba la sala, su señoría, jugueteando con una bola roja entre los dedos, fantaseó con diosas gemelas.

 

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