Mermelada La Marmota

Marisol Artica Zurano · Castellón 

“Mermelada La Marmota, no quedará ni gota“ rezaba la etiqueta del bote de confitura que el fiscal presentó como prueba número 1. El acusado había golpeado a la víctima con aquel frasco; se trataba del arma del crimen. Y también del móvil que había llevado a cometerlo. La abogada subió al estrado y defendió la inocencia de su cliente: “No se le puede castigar con la cárcel. Merece libertad sin fianza. Cualquiera hubiera matado por untarse una última rebanada con mermelada La Marmota”. Ganó el caso, el juez consideró la ansiedad por los últimos restos de mermelada como eximente y absolvió al acusado. Con aquella polémica sentencia había sentado jurisprudencia. Nada más llegar a casa, el magistrado sacó el frasco de mermelada La Marmota de la nevera y lo vació hasta que quedaron unas gotas. Después, preparó tostadas. Cuando su señora llegó, la estaba esperando con el bote en alto.

 

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