Justicia a destiempo

Orlando Gabriel Cáceres Ramírez · Luque (Paraguay) 

En la esquina de la celda yacía el hombre, inerte, frío, junto al pedazo de pan con mermelada que le trajeron para el desayuno. Nunca tuvo paciencia. Deseaba hacer todo con firmeza y celeridad, como aquella vez que apretó el gatillo y mató a su mujer. Luego, comprendió que hizo mal. Por un tiempo sólo anhelaba sentir todo el peso de la justicia, pero ella comenzó a tardar mucho. Mientras, la soledad lo convertía, poco a poco, en una marmota solitaria, casi inexistente. Su abogada se enmarañó en el caos del proceso. Argumentaba posibles fianzas, inventando esperanzas de libertad. Sin embargo, él no quería subir al estrado ni soportar miradas de desprecio. “Cada cosa a su tiempo”, decía. Hasta que hoy, repentinamente, la avidez de justicia revivió en su interior, y otra vez fue firme, tan firme y contundente como su embestida frontal contra los barrotes de la celda.

 

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