Dulce juicio

Gonzalo Jorge Goicoa de la Serna · Buenos Aires (Argentina) 

Es que esos niños que se han llevado a la marmota de la Rosarito, son bravos: la colocan en un estrado de tierra bajo el árbol, la enjuician y si no paga la fianza de la mermelada que ellos quieren, la fusilan. Bueno, es un decir: uno se para al costado de un pelotón, los otros apuntan con el índice y a la orden de fuego corren a incrustarle el dedo, haciéndole cosquillas hasta llorar. Pero ninguno de ellos imaginó que su abogada iba a ser su vecina, esa que es capaz de pintarle manchas negras a los perros blancos para vendérselos a Cruela Deville. Esa sí que es la piel de Judas; por eso la absolvieron. Y ahora buscan otra forma de obtener dulces.

 

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