Un crimen inexplicable

Ricardo Kahre · Buenos Aires (Argentina) 

Claro, yo no entendía nada. Móvil no había. No existía robo, la víctima no tenía enemigos. Las pistas no tenían ningún sentido. Un calcetín embarrado. Cierto que esa noche fue tormentosa y la lluvia anegó el parque, pero… ¿un calcetín en la escena del crimen? Y esa tortuga rondando alrededor del cadáver, tortuga que, como los criados aseguraron, no era de la casa. Obviamente cuando supe las palabras clave de este mes pegué un salto. Porque el crimen fue el mes pasado, de modo que claramente el asesino las conocía desde antes. A partir de allí el caso fue un juego de niños. Yo creo que el tipo está completamente loco, que nos dejó esos indicios a propósito, para ser descubierto y convertirse así en el protagonista del relato. Todavía no sé si éste va a ser el alegato de la acusación o el de la defensa.

 

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