El indicio

Angel Silvelo Gabriel · Madrid 

Nadie entiende que abandone mi brillante carrera en la judicatura antimafia para convertirme en escritor. «Escritor de qué» me espetó el fiscal Gianfranco, a lo que no supe responder con un alegato convincente como hacía encima de mi estrado. Mi auto destierro es una isla paradisíaca del í–ndico donde nadie puede encontrarme. Aquí estoy seguro y ejercitaré mis dotes literarias, que para qué nos vamos a engañar, están íntimamente conectadas con mi experiencia judicial repleta de buenos y malos, policías y mafiosos, jueces y togas. De momento, la lluvia es mi fiel compañera y no me permite quitarme los calcetines y andar descalzo por esta playa desierta. Miro el océano en busca de un indicio, pero sólo veo algo que se dirige hacia mí; es una tortuga. Voy a cogerla, pero cuando la toco, salto por los aires y sólo me da tiempo a ver la cara del fiscal Gianfranco.

 

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