Culpable

Claudia Fernanda Zúñiga Trujillo · Madrid 

Unos calcetines de hombre tirados en la entrada y luz de velas en el salón no eran buen presagio. Su alma, al igual que el maletín que llevaba al bufete, cayó pesadamente al suelo mientras buscaba indicios de que su mujer estuviera con otro. Una lluvia de recriminaciones inundó su memoria, desbordándose en lágrimas. Sus mejores alegatos los reservaba para casa: demasiado trabajo, lo hacía por los dos, lo nombrarían socio y todo cambiaría,… Este tribunal lo había condenado y estaba pagando su pena. Abrió la puerta de su habitación, atraído por el imán de la fatalidad. -Ha sido usted muy malo letrado.- dijo su mujer, tendida en la cama únicamente con un blusón de cuello de tortuga semitransparente. -Espero haber dejado un escenario del crimen convincente; para castigarlo. Ahora, venga a expiar su culpa.- Esta vez no hubo defensa. Feliz de perder el juicio, se entregó a su mujer.

 

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