En mala hora

Francisco S. Ramírez · Valencia 

“No sé si querrás saber algo de mí después de tanto tiempo, cariño, pero te escribo con resolución porque, a pesar de todo, siempre te quise y no me gustaría que te enteraras por la prensa: desde hace un mes soy la esposa de ese ginecólogo que nada te gustaba porque decías que me metía algo más que la mano. Comprenderás que cuando el escándalo salió a la luz, por más que perjuraras que aquello era un burdo panfleto, nuestra vida en común ya no fue soportable. Espero y deseo que no me guardes rencor, pero yo también me merezco mi propia felicidad. Con cariño, Claudia.” El otrora poderoso magistrado de la Audiencia arrugó la carta con rabia e hizo un chasquido con los dientes. Se aproximó al ventanuco de su celda, observó los sucios muros de la prisión y lamentó profundamente no haber pagado sus impuestos en plazo.

 

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