¿Destino o casualidad?

María Serrano Álvarez · Arganda del Rey 

Tenía veintitrés años cuando conocí a Andrés en una manifestación en la que repartía panfletos contra la subida de impuestos. “Casualidad”, pensé yo. “Destino”, dijo él. Yo era una abogada realista, Andrés un hombre soñador que inventó para mí un mundo en el que los buenos vivían felices para siempre y los malos terminaban en la cárcel. Y yo le creí. Pero mi vida siempre había estado marcada por plazos y resoluciones y ni siquiera en esto podía ser distinta. El día de nuestro cuarto aniversario, la policía me comunicó que Andrés había fallecido en un accidente de tráfico. Nuestro tiempo había terminado. No puedo explicar con palabras el dolor que me inundó por dentro. El vacío que Andrés había llenado fue más profundo que nunca. Apenas una semana después, el ginecólogo me confirmaba que estaba embarazada. La vida a veces brinda una segunda oportunidad. Sólo a veces.

 

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