La poética del remordimiento

Francesc Pinto Oller · Calella (Barcelona) 

Buscó el número en la agenda y pulsó el botón verde en el teclado de su móvil.

—¿Manuel? Soy César, tu abogado.
—No puedo creerlo. Qué demonios quieres.— no preguntó: exigió.
—Quería decirte que siento haberte hecho perder el litigio con tu ex, esa denuncia por malos tratos. Los tres sabemos que era infundada.
—¿Lo sientes? Claro, claro…— su sarcasmo era punzante— ¿Qué es ése ruido?
—Nada. El viento. Oye, de verdad: lo mío con ella se nos fue de las manos y me dejé manipular. Nunca quise mandarte a la cárcel.
—Pues ahora ya es un poco tarde, ¿no crees?
—Y que lo digas…

Y tras ochocientos noventa metros de caída libre desde el globo aerostático, ante el estupor de catorce campesinos en plena vendimia, su culpabilidad y él murieron aplastados contra la cabina de un camión estacionado.

 

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