In vino veritas

María Victoria Gil Arregui · San Sebastián 

El abogado del diablo se personó sin previo aviso, estaba claro que le constaba una denuncia por todos mis actos, impropios de un bien nacido. Mi litigio con la vida estaba a punto de expirar, y no diré que me fuera indiferente, pero lo vivido no había estado nada mal, además mi cerebro hinchado como un globo por el tumor que me estaba matando, me traía mis recuerdos mas heavies, ¡hummm!, Yvette y aquella gloriosa vendimia del 68, sí, aun la recuerdo después de la cata, envuelta en raso granate, desmayada sobre el piano del salon, Yvette cherie ¿cómo podré retener este momento?, susurré sobre su escote palabra de honor, aspirando su olor a buen vino y Chanel nº5, poseía el ingrediente especial para sublimar aquella añada, deslicé mis manos sobre su cuello. Antes de arrojarla a la cuba de maduración, destapé el teclado del Schimmel, fui incapaz de tocar.

 

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