Isabel Morán Fernández
Microrrelatos publicados
TRISTEZA INFINITA
Sus ojos, esos ojos grandes y profundos, denotaban una tristeza infinita. Al dolor por la guerra en la que se veía envuelto (irracional, inútil, desgarradora) se sumaba otro, quizás más grande aún. Debía partir ya. La frontera sólo estaría abierta unas horas y no debía dejar pasar la ocasión. Una nueva vida le esperaba al otro lado. Y allí estaba yo, junto con otros tantos abogados voluntarios, intentando llevar algo de humanidad a aquel lugar abandonado, perdido, repleto de refugiados. En pocas palabras, de un mal hablado inglés, intentó explicarme cuál era su situación. El derecho de asilo unió nuestras vidas desde ese momento. Redacté la petición necesaria para tramitar su solicitud. Al cabo del tiempo, recibí una resolución favorable. Se la transmití con gran alegría pero sus ojos, esos ojos grandes y profundos, que me miraban con gratitud, seguían reflejando el dolor por su tierra perdida
| Octubre 2015
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