La vieja sirena
María Gil Sierra“Siéntete como una sirena”, leí en el panel publicitario que acaban de instalar frente a mi nueva residencia. Bajo las letras, la imagen de una joven arrebatadora jugando con las olas. Sonreí, aparté mis ojos de la ventana y los cerré para soplar las velas de mi supuesto ochenta aniversario. Es lo que aparento. Aunque sigo manteniendo la misma voz fresca y musical, imprescindible para mi subsistencia.
Mientras repartía la tarta, escuché a dos cuidadoras hablando sobre el último naufragio. Conocían a varios de los desaparecidos. Ellas insistían en acusar al capitán, a pesar de que la juez ha decretado el sobreseimiento del caso. Me alegro por él. Es inocente. También me duele la muerte de los tripulantes, pero la vida es así. O ellos o yo. Hoy he cumplido trescientos años. Estoy agotada. Desearía dejar de cantar. Y no puedo. Si lo hiciera, se extinguiría mi especie.
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Una historia muy original. Para protegerse de esa sirena solo vale cera en los oídos… Mi voto y mucha suerte.
Difícil elección. Por suerte, votar tu relato es mucho más fácil.
Saludos estivales, María
¡Ay, esa vieja sirena que, en otra época, protagoniza el relato de José Luis Sampedro! Tú, María, hablas de su esencia de cantante, yeterna y seductora.
Mi voto, y suerte.
El hombre está condenado a naufragar y eso no es culpa de las sirenas. Brillante relato, muy bien escrito. Enhorabuena, mi voto y un saludo