Guardias, las justas
Marta Trutxuelo GarcíaLas 4:20 p.m. Durante un turno de noche siempre hay un instante que parece congelarse en el tiempo. Todas las guardias que llevo a mis espaldas dan fe de ello… tú lo sabes bien, ¿verdad? Desde mi época de pasante, esquivando el riesgo de dormirme mientras registraba las entradas, hasta mis años de abogado de oficio, supliendo la inexperiencia en los juzgados con el paso de horas y horas a lomos de la lectura de la jurisprudencia interminable del Aranzadi… ¿recuerdas? Y esta noche, como tantas otras desde que aquel profesional amparado en la sabiduría de su toga blanca falló el temido veredicto, permanezco asido a tu mano que respira a través de tubos y cables. Y recuerdo nuestras otras guardias, de chupetes y ojeras, de sueños y rutinas. Quiero preservar todos esos momentos, tejidos en la memoria de nuestros años compartidos, visibles y eternos como éste: las 4:20 p.m.
+18
Queremos saber tu opinión
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.
Ay, ¡qué malas son las guardias, Martutxi! Las del turno, las de pañales u hospital… no como tus historias, que siempre son ingeniosas y amenas. Mi voto y un besazo, guapa.
Un relato muy bonito y muy duro, Marta. Me ha gustado mucho. Te deseo suerte y te mando mi voto y un beso grandote.
Nuestro cuerpo está preparado para descansar por la noche, por eso, cuando no es así, a cualquier actividad que se realiza durante ese periodo se le añade el término «nocturnidad», que no en vano rima con penosidad. Parece, además, que a esas horas es cuando sucede los hechos más difíciles. Por eso y en lo posible, «guardias, las justas», aunque a veces no quede otro remedio.
Una historia llena de emotividad.
Un abrazo y suerte, Marta
Querida Martutxi, de nuevo a lo grande. Hermosísimo relato que transpira amor, sensibilidad, y ternura. Pero también entereza y disposición. Ahora toca descansar, resetearse y volver a cargar las pilas. Eso sí, descansos, los justos. Nire desio onenak. Muxuak eta besarkadak (o algo así, amiga).
Una historia dura y emotiva a la vez, todo tendría que ser en su justa medida y algunas cosas, ojalá, nunca. Mi voto y un beso. Enhorabuena.
Una maravillosa historia de amor. Un guiño a los togados blancos. Cierto que, a veces, se para el tiempo en las distintas guardias de la vida. Excelente relato, muy bien escrito.
Y no aparece la palabra intertextualidad, ni resiliencia. Se agradece.
Un abrazo grande
Discrepo: guardias, las justas, no. Al contrario: guardias, al menos día sí y día no. Vivir en una guardia permanente (quitémosle las connotaciones castrenses); porque no hay nada que una más que esa vigilia. Así es en tu excelente y emotivo micro. Además, ya lo recomienda el Evangelio en alguna parábola.
Me encanta el micro, Martutxu.
Mi voto. Un abrazo.