Imagen de perfilUn ciudadano cualquiera

Miguel Ángel Moreno Cañizares 

Llevo más de cuarenta minutos visitando despachos. Cuando la secretaria del abogado me comunicó que debía personarme en el Juzgado de lo Contencioso-Administrativo, no imaginaba que me enfrentaría a semejante odisea. “Aquí no es, vaya a la planta de abajo”. “Se ha equivocado, debe ser en la quinta”. Y así sucesivamente. Está a prueba mi paciencia. Uno tiene sus derechos y no debe verse sometido a estos agravios. Lo dice bien claro la Constitución.
Sudo a chorros de tanto subir y bajar escaleras. Por cierto, se me ha olvidado a lo que venía. A ver que revise el papel: Diligencia de ordenación para la comparecencia apud-acta. Cómo viene del latín, la ciudadanía no está enterada de esto, supongo.
Por fin doy con el lugar. Planta 4. Una señora entrada en años de exquisita amabilidad me extiende el escrito. Salgo a la calle. “Feliz aniversario”, reza el cartel de enfrente. Hecho.

 

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