COMO ESTE. COMO ELLA
ÁNGEL SAIZ MORAMis padres cumplían una máxima de forma rigurosa y sin género de dudas: dar a su hija pequeña lo mismo que al mayor. Empeñados en que fuésemos iguales, me apuntaron a baloncesto, igual que a él, pese a que no soy hábil con el balón. Solo concebían que llegase a ser ingeniera, como el primogénito, pero lo mío son las letras. Vivía traumatizada, incapaz de conciliar mi singularidad con sus deseos.
La tía Luisa me regaló una mascota. Mis padres se empeñaron en que, igual que al perro de mi hermano, debía sacarlo a pasear con correa. Cuando un gato callejero destrozó a Ricky, mi hámster, la tía vio una oportunidad de romper la barrera intolerante de mis progenitores. Logró que un juez les retirase la patria potestad para adoptarme, bendito el día.
Quiero ser escritora. En muchos de mis relatos, como este, aparecen abogados, como ella.
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Hola, Ángel.
Esa debiera ser siempre la educación que damos a nuestros hijos. Enhorabuena, bien encajadas las palabras y un título que, aunque choca al principio, queda entendido al final.
Un abrazo y hacia la cabecera.
La educación, esa tarea tan compleja. A veces, la obsesión por hacerlo bien da la vuelta a la mejor intención y el resultado es el contrario.
Muchas gracias, Towanda.
Un abrazo grande.
Las comparaciones son odiosas y poco motivadoras. Y encontrar el equilibrio, muy complicado. Aunque tú lo has conseguido con estas cinco palabras consiguiendo una historia divertida, y compleja, como esta.
Un abrazo, Ángel.
Encontrar el equilibrio es una quimera. Los padres siempre se equivocan, seguro. Pero al menos, si son como deben, lo intentan.
Muchas gracias, Margarita.
Hola Ángel, tus buenas letras por aquí. Te deseo mucha suerte en el recorrido que compartimos. Un abrazo..
Para buenas letras las tuyas, Anna. Sé de lo que hablo, porque tengo la suerte de leerte.
Un abrazo fuerte
Ahora echamos en falta la historia de Luisa. Conocer si su sueño era ser abogada o escritora, o quizá abogada-escritora (¿no son profesiones o vocaciones conciliables?). Y si también tuvo unos padres contra los que tuvo que rebelarse (y por eso se hizo abogada).
Suerte, Ángel.
Luisa merecería, como bien apuntas, un relato aparte. Esa comprensión, valentía y cariño al adoptar a su sobrina, dejando que dé rienda suelta a sus capacidades, deja entrever aspectos comunes entre ambas. Un abogado puede ser escritor. Muchos escritores pueden concebir historias sobre abogados. Tú lo sabes bien. Qué mejor demostración que este concurso.
Muchas gracias y un saludo, Manuel
Eres un fenómeno. No puedes evitarlo.
Abrazo, Ángel.
Será porque te tengo de modelo.
Muchas gracias, Carles.
Otro abrazo para ti
Hola, gran Ángel.
Tejes tu texto con soberbia maestría. Te voto. Y te mando un fuerte abrazo.
No sé si merezco esas palabras, pero te lo agradezco mucho, Eduardo.
Un abrazo fuerte
La igualdad de oportunidades, clones de vida sin tener en cuenta la individualidad, la diferencia. Donde lanzas tus letras dejas tu impronta de calidad. Grande, Ángel. Mi voto y un abrazo. Suerte.
Sabemos que ser padres no es nada fácil. El primer hijo supone un reto, superarlo con dignidad un logro, pero pensar que la experiencia es válida para el segundo es un error, el camino siempre es diferente.
Mil gracias, Salvador. Un abrazo
Me ha encantado. Cuánta verdad junta.
Mucha suerte!!!
Me alegro de que te haya gustado y agradezco mucho tu comentario, María Dolores.
Un saludo
A veces el sentido común y la justicia tienen que venir de fuera del núcleo familiar. Esta tía Luisa parece que con su afortunada acción ha liberado de sus traumas a su sobrina y, de paso, se ha convertido en un importante referente para ella.
Estupendo relato, Ángel.
Un abrazo.
Anda, Enrique, tú por aquí. Qué alegría. Qué bueno ese avatar de bufón velazqueño.
Estoy de acuerdo contigo. La auténtica heroína de este relato es la tía Luisa. Ella ha roto la inercia dañina.
Muchas gracias, Enrique.
Un abrazo grande
Sin duda, la educación de los más pequeños no es una tarea fácil y, a veces, resulta complicado determinar dónde está el límite. Es una suerte que existan personas como «la tía Luisa».
Gran relato, Ángel. Me ha encantado.
Un abrazo.
Los hijos vienen sin manual de instrucciones y los padres los educan (o debería) como buenamente pueden. El problema es que no se puede tratar a un hermano igual que al otro, llevados por la inercia o una experiencia que de poco sirve. La tía Luisa si que sabe.
Muchas gracias, Ernestina. Un abrazo
Igualdad sí, pero dentro de la diversidad siempre, sin uniformizar.
(¡¡pobre hámster!!)
Buen relato Ángel.
Un beso.
Carme.
Todo tiene un límite. Al final es cuestión de equlibrios y respeto.
Muchas gracias, Carme
Otro beso para ti