Los olivos

Alejandro Conde Arias-Salgado · Valladolid 

Estimado Don Diego: bien sabéis que intento ganarme la vida como abogado, aunque, si ello ha de depender de clientes como vos, más me valiera ingresar en una orden mendicante. Me preguntáis por vuestro asunto: dejadme deciros antes que los olivos de vuestras haciendas se agarran a la tierra con menos tesón que Su Excelencia a los dones que le otorgó la Fortuna. La suma cuyo justo reintegro reclamáis, aunque escasa para vuestros merecimientos, cubriría las atenciones de mi extensa prole durante muchos años; huelga decir que, aunque mis hijos no viajen en carroza ni tomen postre, comparten con los vuestros la costumbre de comer a diario. ¿El recurso de suplicación ante la Real Audiencia, decís? Debo confesaros que el plazo para su presentación expiró hace un mes, junto con las últimas esperanzas de que abonarais mis modestos honorarios por los nueve pleitos anteriores.

 

 

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