HUELGA DE HAMBRE

Alberto Artaza Varasa · La Coruña 

En mi larga carrera como funcionario nunca había visto un caso tan desdichado. Al interno 505 le habían caído 20 años porque a su abogado le había pasado el plazo para presentar un último recurso de suplicación que le conmutara la pena. Pobre infeliz. Había comenzado una huelga de hambre que seguía estoicamente desde hacía casi dos meses. Permanecía postrado en la cama porque la debilidad le impedía reintegrarse a la actividad diaria. Todo el día encerrado en su celda tragándose su amargura. Aunque ingería líquidos no probaba la comida, ni siquiera los postres que le ofrecía más allá del reglamento, por si conseguía que comiera algo. Rechazaba toda compañía y solo quería mantenerse en la soledad más absoluta. El muy desgraciado me agradeció por Navidades todas mis atenciones y lo mucho que respeté el reposo que le permitió excavar el túnel debajo de la cama ….

 

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