Imagen de perfilSIEMPRE ABOGADO

CARMEN ANDREY MARTIN 

Por fin le encuentro. Totalmente calvo y con un cutis cetrino que, aunque deja entrever lo avanzado de la enfermedad, no oculta la alegría que rebosan sus ojos.

– ¡Papá! No tenías que haber venido. Durante tu convalecencia…
– Ni hablar. Me podrías repudiar.- Sonríe. Reprime un mareo.- No podía perderme tu primera vista. Tranquilo, eres listo, de verbo fácil. Lo conseguirás.

Cierra los ojos, disimulando las náuseas. Sabe que vengo a por él. ¿Por qué se resiste? Otro ya se hubiera rendido. Es un tío con agallas.

Arregla la toga a su hijo y, como este sigue sin contestar, prosigue: «Cualquiera puede estudiar Derecho, pero no todos logran ser abogados. Tú lo harás».

No suelo irme de manos vacías pero esta vez decido alejarme, guadaña en mano. Has salido victorioso abogado. Cuánta razón llevas. Mi caso es el mismo: «Cualquiera está expuesto a mí, pero no todos deciden luchar».

 

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