Imagen de perfilYo defiendo a un vampiro

Jorge Luis González Castro 

Mi cliente es un vampiro de largos colmillos, helado aliento y peculiar acento extranjero. Parece emergido de un glosario de criaturas infernales. Le iban a sentenciar por chuparle la sangre a un candidato presidencial corrupto. No sé si fue su magnetismo seductor o que el juez estaba harto de la deshonestidad imperante, lo cierto es que le absolvieron, convirtiéndose en una especie de héroe de las tinieblas. El éxito fue breve porque el político literalmente se levantó de la tumba y con la atención mediática ganó las elecciones, persiguiendo implacablemente a sus antiguos enemigos. Por eso, mi cliente ha solicitado una medida cautelar para evitar la deportación a Transilvania, mientras que el juez de la causa protesta en las calles debido a que le aumentaron, por decreto, la edad de jubilación. Yo, por mi parte, llevo siempre un crucifijo en el bolsillo y una estaca debajo de la toga.

 

+16

 

Queremos saber tu opinión

2 comentarios

  • Hola, Cuba.
    Un abogado defensor de vampiros es una idea genial, muy original. Tiene todas las peculiaridades que el cine o la literatura nos has descrito de estos seres: seductores, con un acento que los hace irresistibles y un aliento gélido. Por favor, que no lo deporten a Transilvania, que a mí me gusta y mucho más si muerde a los corruptos.
    El final es maravilloso: tu letrado con un crucifijo y su estaca bajo la toga.
    Qué bueno, me encanta.

    Solo una observación, si me lo permites, ya el título «Yo defiendo a un vampiro» nos define el tipo de cliente, por tanto (en mi opinión) no iniciaría el micro diciendo «Mi cliente es un vampiro…» sino algo así como «Mi cliente es un tipo de largos colmillos». Es una bobada mía, ya sabes porque tu texto es bárbaro.

    Suertísima y unos abrazos transoceánicos.