CUANDO LA UTOPÍA DESAPARECE
Gloria Arcos LadoSiempre había admirado a mi padre. Vagaba por la vida con un baúl lleno de utopías y eso a mis ojos le convertía en un ser fascinante.
Cuando defendía a un encausado sacaba a relucir ante el jurado sus sólidos principios, resistentes como el hierro.
Aquella inclemente mañana, en la que apretaba el calor, sucedió algo inaudito.
Al levantarse, el viejo letrado sacó de su neceser la colonia que le había regalado mi madre y se roció antes de mirarme fijamente. Después, muy serio, me explicó que probablemente sería la última vez que acudiría a un juzgado.
El dueño del bufete había contratado a un joven recién licenciado que apuntaba maneras.
Y aunque solo había firmado un contrato temporal, el autor de mis días entendió que su tiempo como defensor de causas perdidas se había acabado.
Ahora su despacho afrontaría, de manera mercantil, una nueva forma de entender la Justicia.
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La lucha por la justicia con la razón de la verdad. Un sueño que personas como el protagonista acercan a nuestras vidas. Un relato ejemplarizante y reflexivo, Gloria. Un abrazo y suerte.
Muchas gracias, Salvador por tus comentarios y tu voto. Hay formas muy diferentes de entender el derecho y es una pena que mi protagonista tire la toalla. A veces no es mejor la modernidad y esta es una de ellas. Un abrazo. Gloria
HOla, Gloria.
Un texto que hace volver la cara y mirar el ejemplo de nuestros padres.
Mucha suerte, bonita.
De mi parte, el empujón ya lo tienes.
Besos.
Muchas gracias, Towanda. Tú el mío también. En mi caso el padre es el ejemplo a seguir y no el arribista de turno por muy rentable que salga su contratación al bufete. Feliz verano, preciosa y mucha suerte, que seguro tendrás con tus textos. Un beso enorme. Gloria
La utopía es la Tierra Prometida. Lo bueno de las causas perdidas es que nunca se acaban. ¡Arriba los corazones!
Y ojalá que no decaiga esa forma de pensar, aunque casi siempre estén en minoría.
Un fuerte abrazo y gracias por tu voto, litispendiente.
Gloria
Hola, Gloria.
Las utopías son lo mejor que anida en nuestro corazón. Lástima que este «viejo letrado» se desmorone ante el ímpetu de la juventud, con sus ideas nuevas, en este caso nefandas. En el texto, escrito con un tono muy armonioso, pones en contraste dos maneras de concebir el Derecho y su concreción en la vida: la justicia. Me gusta mucho tu propuesta.
Un beso grande y feliz verano.
Muchas gracias, Eduardo. Yo aunque no soy del gremio, creo que en el Derecho como en muchas otras facetas de la vida existen diferentes formas de afrontarlas.
Lástima que como tú recuerdas mi buen protagonista, el defensor de mis causas perdidas acaba tirando la toalla ante el fuerte y nefasto empuje del jovenzuelo.
Muchas gracias por tus elogios y gracias por tu apoyo.
Un fuerte abrazo.
Gloria