ULTÍLOGO
JOSÉ RAMÓN SÁNCHEZ MAGARIÑOSAquel nevado día de diciembre iba a ser su primer día como Abogado. Madrugó. Llegó al despacho casi con estrellas. Sobre la mesa colocó su cactus, fiel compañero de sus días de facultad, y un ejemplar de su tesis sobre el derecho consuetudinario visigodo. Se reclinó en su sillón y se dispuso a esperar.
Al rato se levantó para observar la orla de su promoción. En verdad no había salido nada desfavorecido en la foto. Después de comprobar el teléfono, se dirigió a la entrada del despacho y puso un gran calcetín de colores junto al árbol de navidad.
De nuevo se sentó y cerró los ojos a la espera de clientes a los que defender o representar.
Cuando volvió a abrir los ojos su vista se detuvo en una placa conmemorativa de sus cincuenta años de colegiado. Cerró los ojos y siguió esperando la llegada de clientes.
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Que sí, que la vida es un suspiro. Hermoso, relato. Enhorabuena. Mi voto y mucha suerte.
Qué micro más refrescante en su inicio y más delicioso en su trama!!
Un abrazo gigante y suerte!!!
José Ramón, qué dura es la vida de un abogado, pero no hay que desesperar…
Te deseo mucha suerte y te dejo mi voto.
Besos.
Dado el título, imagino que, esperando la llegada de clientes, cayó en el sueño eterno. Ergo: los abogados, siempre en estado de buena esperanza.
Suerte, José Ramón.
Pobre abogado. Que elipsis más contundentes en su vida. Mi voto
Cincuenta años de colegiado… ¡Dios mío, que me llegue la jubilación algo antes!. En Bello relato. Mi voto y suerte
Idem de lienzo…..los años no corren….vuelan.