Imagen de perfilLa cliente especial

Carmen LLopis Fabra 

El colegio de abogados me había designado para asistir a una cliente poco habitual. Esta se había negado a acudir al Juzgado a declarar amparándose en la tortura que le suponía tener que salir del agua.
El Juez consideró que su excusa era patética y le conminó a presentarse en el plazo de veinticuatro horas o sería llevada por la fuerza pública. Se le acusaba de conseguir con engaño la propiedad de un barco de recreo. Hablamos por teléfono y nos citamos en la puerta del Juzgado. Me dijo que no tendría dudas para reconocerla .Casi me atraganto del susto al verla llegar dentro de una bañera llena de agua salada arrastrada por un pequeño remolque. La policía no sabía qué hacer. Fui a buscar al Juez a su despacho y le expliqué la situación. Se le tomó declaración en el exterior del Juzgado. Problemas de ser una sirena.

 

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