Imagen de perfilINCONTINENCIA VERBAL

Luis Jesús Goróstegui Ubierna 

Se presentó en mi despacho y me dijo:
– Me han puesto una –¡renacuajo!– querella, abogado. Necesito que me –¡tontolaba!– defienda.
– ¿Perdone? –logré preguntarle tras el shock inicial.
– ¿Lo ve?, esto es lo que me pasa –¡susodicho!–, sin venir a cuento no –¡maleante!– puedo evitar decir alguna palabra –¡ornitorrinco!– incongruente. Verá usted –¡presunto!–, perdóneme otra vez, el otro día discutí con un –¡taburete!– vecino y con los nervios –¡alucinógeno!– del momento no pude evitar soltarle algunos improperios involuntarios. Él no me creyó cuando –¡seguridad!– me disculpé, y se ha querellado. Necesito que me –¡incumplimiento!– defienda.
Mi cliente tiene un problema de incontinencia verbal. El juicio fue rápido aunque no pude eludir que tuviera que pagar una pequeña multa. En todo caso, ha sabido sacarle provecho a su problema. Ahora trabaja de monologista en un club nocturno; por lo visto a la gente les hace gracia su parloteo incongruente.

 

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