También un amigo
FRANCISCO PERELLí CODERCH · BarcelonaDe chiquillo no paraba de meterme en líos. Más por seguir la trastada diaria de los mayores que por tener iniciativa propia. Afortunadamente pronto lo descubrí. Callado, con gafas de cristales como culos de botella, siempre observándolo todo. Aprendí a pedir su opinión para salir mejor parado de los castigos. A cambio de mi desayuno me enseñaba todo lo que era menester para exponer los atenuantes de mi conducta. A entrenar mi lenguaje corporal preparándome para cuando tenía que comparecer ante el director. Hoy es mi abogado. Yo sigo metiéndome en demasiados líos. No muy legales, la verdad. Y muy poco lucrativos. En alguna ocasión apenas lo comido por lo servido después de pagar la fianza o ya la multa. Por suerte él sigue conformándose con un bocadillo, aunque hoy en día lo disfrutemos en la barra de algún bar. Y sigue sacándome de todos mis apuros.