RUTINAS

LOURDES ASO · Huesca 

El chiquillo apenas alcanzaba el mostrador. Como cada lunes, traía un libro bajo el brazo para devolver y otro recién tomado en préstamo para llevarse. En opinión del bibliotecario, ese tipo de lectura excedía de sus capacidades. No era propio que un mocoso se aplicara en las artes del Derecho y Legislación a tan tierna infancia. Mucho menos, que al amonestarle por los dos días de retraso que como era menester llevaba asociado el pago de una fianza, le diera por comparecer en nombre propio para su defensa, alegando incapacidad transitoria para la deambulación provocada por accidente laboral en el campo de fútbol. Ante tales argumentos el bibliotecario se amoldó a la rutina de sellar el nuevo tomo de Derecho del Trabajo, pensando que saltarse el protocolo era casi mejor que enemistarse con ese futuro letrado que seguro no perdería ni un solo caso.

 

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